Pantallas en guerra

Publicada en Suma Política+ el 22 de mayo de 2021

TN, C5N, LN+, la guerra de las pantallas, un show político-televisivo no apto para terceras posiciones

por Martín Becerra

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Curtida por la incertidumbre, la Argentina de 2021 no da tregua a las novedades: a la persistencia de la pandemia y sus múltiples secuelas, a la crisis económica y social precedente y potenciada por el coronavirus, se les suma el capítulo electoral del segundo semestre. Con estos ingredientes, los llamados “canales de noticias” de la Ciudad de Buenos Aires que irradian contenidos en todo el territorio, a contramano de una realidad expresada en títulos catástrofe, gozan de un buen momento. En el podio disputan el liderazgo la señal oficialista C5N y las opositoras TN y LN+, verdaderas maquilas de opinión pública.

Aunque con números más bajos que en marzo y abril de 2020, cuando la conmoción pandémica todavía cohesionaba a dirigentes políticos y a la ciudadanía, las señales —que agrupan noticias opinadas y sentencias retocadas con pigmentos noticiosos— relegan a los canales de tv abierta en la competencia por la atención del público en varios tramos de la programación. El covid es un lastre para los canales de aire: como constatan Ornela Carboni y Ezequiel Rivero en Letra P, las emisoras de Buenos Aires estrenaron apenas cinco títulos de ficción argentina en 2020 y rellenan su pantalla con segmentos informativos, entretenimiento en vivo y reposición de viejas ficciones argentinas, turcas o brasileñas. A su vez, el reciclado constante de contenidos ya emitidos y la repetición del breaking news, que son el ADN de los canales informativos en todo el mundo, conspira contra el aumento indefinido del interés de las audiencias en ellos.

Las principales señales de Buenos Aires son, en simultáneo, un insumo clave y un reflejo de la polarización política y social que caracteriza a la Argentina desde hace al menos una década. Como en los inicios de la prensa en su etapa facciosa, hoy los estudios televisivos son un teatro de opinión donde se amplifican encuadres y argumentos, se testea la eficacia de animadores y opinólogos, se adula a héroes y heroínas y se imputa a villanos y villanas.

En la genealogía y en los protagonistas de las señales de tv porteña que conforman el podio del rating informativo se encuentra la llave de su éxito.

TN, creada en 1993 por el Grupo Clarín, es la más antigua. Posicionada editorialmente en lo que el ex editor jefe de Clarín, Julio Blanck, denominó “periodismo de guerra” contra el kirchnerismo, TN alterna durante el día espacios de breaking news con zonas blandas (deportes, espectáculos, servicios, turismo) y una bajada de línea que se hace más facciosa cuando se pone el sol. Su programación nocturna es poco dada a los matices y el esfuerzo de renovación generacional de animadores de los ciclos de la noche que realizó el grupo en TN no perdió homogeneidad ideológica —lo que puede ser un efecto buscado— ni ganó en diversidad de puntos de vista. Sus estudios del barrio de Constitución, renovados hace un lustro, cuentan con una amplia redacción que nutre de contenidos informativos también al canal de tv abierta del conglomerado conducido por Héctor Magnetto, El Trece.

C5N pertenece al grupo Indalo Media de Cristóbal López y Fabián de Sousa desde 2013, cuando compraron el multimedios que integraba la señal con radios líderes como Radio 10 y FM Pop a Daniel Hadad. Desde el barrio de Palermo, C5N proyecta una pantalla con la zona dura de las breaking news, lo que le imprime mayor intensidad que la de TN en su grilla diurna. Su atención prioritaria a la realidad política y económica está sujeta a una línea oficialista que, a la inversa de la señal del Grupo Clarín, se afloja en varios de los programas posteriores al prime time, donde no faltan voces críticas de conductores, columnistas e invitados al gobierno de Alberto Fernández. López y de Sousa estuvieron detenidos sin condena durante casi dos años durante el gobierno de Mauricio Macri, que azuzó la causa con elementos que hoy el Poder Judicial señala que fueron —como mínimo— distorsionados. Los empresarios acusan a Macri y a su operador judicial, el hoy prófugo Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, de persecución.

LN+ es la señal más reciente, fundada a fines de 2016 por los hermanos Saguier que conducen La Nación. El proyecto apostó en sus primeros años a un estilo sobrio aunque acartonado, una suerte de documental del presente de las clases altas identificadas con el diario. Su línea orgánicamente asociada con Macri —quien devolvió los favores obligando a los cableoperadores a incluir a LN+ en sus grillas—, no resignaba la verificación de los hechos, lo que respaldaba con estudios improvisados en la redacción del diario en su moderna sede de Vicente López. Pero, después de varios años de desempeño muy discreto en términos de audiencia, a comienzos de 2021 LN+ anunció un giro ambicioso incorporando a Juan Cruz Ávila como gerente de programación y animadores como Eduardo Feinmann, Alfredo Leuco y Jonatan Viale que, junto a Luis Majul, Willy Kohan, Fernando Carnota, Pablo Rossi, Tato Young o Pablo Sirven (todos hombres) mejoraron el rating de la emisora que ahora es feedlot del nicho más rabioso de la derecha política.

Por los contenidos que producen y difunden, una clave básica de análisis de estos canales es su posicionamiento editorial. Dos de las tres son opositoras, TN es más cuidadosa con su narración audiovisual y producción periodística, en tanto que LN+ no vacila en mostrar su militancia cual reencarnación vernácula de la trumpista —y eficaz— Fox News. La oficialista C5N combina envíos intensos en su retórica polarizante con breaking news y programas alejados de esa lógica. Curiosamente, el rating acompaña ambas modalidades.

No hay señal de noticias opinadas que aspire a cubrir el ideal periodístico de cierta equidistancia respecto de los acontecimientos. Tampoco quedan proyectos mediáticos que definan una estrategia generalista con trato profesional a los distintos actores de la agenda pública. Todos han tomado partido, aunque la forma en que establecen sus compromisos editoriales es diversa.

En TN y C5N hay, con todo, lugar para la sorpresa porque aún desde posiciones muy definidas, invitan a dirigentes políticos y sociales de su otra vereda. No es inusual que algún funcionario del gobierno de Fernández acuda a los estudios de TN (el propio presidente dio entrevistas a la señal del Grupo Clarín) ni que dirigentes opositores tengan micrófono en C5N. LN+ es más impermeable al cruce de perspectivas y es, por tanto, infrecuente hallar voces que no remachen la rigidez editorial.

La intensidad que regula las emisiones es un obstáculo para que las señales ofrezcan secciones más relajadas a la audiencia. No obstante, TN logra descansar con la zona blanda de contenidos de entretenimiento, deportes —donde con gusto dispar los conductores se permiten hacer bromas entre sí— o servicios. En C5N estos espacios son menores, pero la programación incluye ciclos livianos como “Sobredosis de tv”, conducido por Elizabeth Vernaci y Juan Di Natale, y “Sobredosis de sobredosis”, con Diego Iglesias y Luli Trujillo, organizados en base a informes con la edición de programas de radio y tv de medios opositores al gobierno nacional. El ritmo de estos envíos y el talento de sus conductores son una licencia paródica que afloja la tensión de la agenda más dura.

TN y C5N tienen más móviles en las calles de Buenos Aires, con un flujo de contenidos en que dialogan los conductores del piso —generalmente parejas y equipos masculinos y femeninos— con cronistas en distintos lugares de la ciudad, mientras que los exteriores de LN+ son más institucionales y fijos (Casa Rosada, Congreso) —aunque también hacen móviles, pero en menor cantidad— y su transmisión está más anclada en los estudios de la emisora. En los tres casos hay bastante material con entrevistados por videollamada.

El abuso de las alertas/urgentes y la musicalización que añade dramatismo, incluso en notas y contenidos ordinarios, son recursos comunes a las tres señales. Su público no castiga los altos decibeles y el hiato entre la alarma anunciada y la información contigua.

En términos formales (en tv la forma es también fondo), las tres señales ornamentan sus pantallas con varios elementos visuales que se suman a la imagen principal, que es acompañada por dos niveles de zócalos (a veces, más), además del logo de la emisora y de la hora y temperatura de la Ciudad de Buenos Aires. En algunas notas se añaden stickers fijos por lo que las imágenes en video son parcialmente tapadas por estos recursos. Esto puede favorecer la comprensión de contenidos en lugares públicos y semipúblicos como comercios, paradas de transporte, hospitales y centros de salud o administración pública, donde el encendido de la tv está anclado en una emisora sin volumen durante muchas horas.

En C5N los conductores están de pie con columnistas o colaboradores que alternan entre mesas altas con taburetes y situarse de pie igual que la conducción, con pantallas gigantes como telón de fondo que muestran entrevistas, infografías y material que ilustra las notas. LN+ es su antítesis: sus conductores y columnistas están sentados en mesas largas desde donde presentan contenidos y opinan. TN mezcla programas con protagonistas sentados con mesa de apoyo y segmentos con conductores y columnistas de a pie y pantalla gigante al fondo.

Las audiencias televisivas en la Argentina tienen una dieta audiovisual producida en Buenos Aires que resignó la aspiración generalista y el modelo profesional sin compromiso político explícito. En una sociedad polarizada, la tv porteña ofrece un menú de señales de noticias opinadas que pivotea sobre las dos veredas de la agenda pública en sus emisoras protagonistas: C5N, TN y LN+. Polarizasplaning al palo. Menú no apto para terceras posiciones.

2 Comments

  1. Estupendo artículo. Me parece acertado cómo remarcás que son canales porteños que se toman en las provincias como si fueran «nacionales». Algo que -habiendo nacido en Chaco pero viviendo hace años en Buenos Aires- no deja de sorprenderme. Gracias.

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